Los ingenieros del JPL de la NASA están realizando una tarea única y desafiante: actualizar el firmware de las legendarias sondas Voyager 1 y 2.
Estas naves espaciales, lanzadas en la década de 1970, están actualmente fuera de nuestro sistema solar y se enfrentan a una serie de desafíos técnicos en su largo viaje.
Un salto en el tiempo
No es común que los dispositivos producidos en la década de 1970 reciban actualizaciones de firmware y mucho menos, cuando están tan lejos de casa.
Eso es precisamente lo que está sucediendo con las sondas Voyager 1 y 2, que están en las fronteras del espacio interestelar.
Las hazañas de ingeniería espacial se están sometiendo a una operación de parcheo de firmware para abordar problemas en el sistema de control y articulación de actitud (AACS), que anteriormente interrumpió la comunicación con la Voyager 1.
Pruebas y más pruebas
La Voyager 2 sirve como banco de pruebas para estos parches. A pesar de meses de comprobaciones, pruebas y validaciones en la Tierra, la NASA no quiere correr riesgos innecesarios con la Voyager 1, ya que sus datos científicos son invaluables.
Asegurarse de que ambas sondas no sufran daños significativos durante esta actualización es esencial.
Mejoras en el AACS
Las correcciones en el AACS se consideran una póliza de seguro, ya que la causa original del problema seguía siendo un misterio.
Con estos parches, la recuperación será más sencilla en caso de futuros problemas, proporcionando una mayor seguridad para la misión.
Optimización de los propulsores
Además, se están realizando cambios menores en el uso de los propulsores. Los cambios permitirán que las naves se desvíen un poco más antes de que los propulsores se activen, lo que reducirá la acumulación de material en los tubos de entrada del propulsor.
Esto es crucial para mantener las antenas de las sondas funcionando de manera eficiente, ya que suelen estar orientadas hacia la Tierra.
Una misión duradera
Con estas actualizaciones, se espera que las antenas de las Voyagers sigan apuntando hacia el planeta azul que dejaron atrás hace más de cuarenta y cinco años.
Esto les permitirá alcanzar la asombrosa marca de medio siglo en el espacio interestelar antes de que aquellos de nosotros que todavía seguimos monitoreando la misión tengamos que despedirnos de estas emblemáticas exploradoras.
El esfuerzo por mantener la comunicación y funcionalidad de las sondas Voyager 1 y 2 es un testimonio de la durabilidad y el compromiso de la NASA con la investigación del universo a largo plazo.
A medida que estas naves continúan su viaje, siguen proporcionando valiosos datos científicos y nos inspiran con su increíble odisea más allá de los confines de nuestro sistema solar.
Con información de Hackaday.
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