El mes de junio se presenció un fenómeno solar notable, con más de 160 manchas solares, el número más alto registrado en más de dos décadas.
Estos datos confirman que el ciclo solar actual, conocido como ciclo 25, está aumentando su intensidad a un ritmo más rápido de lo pronosticado por la NASA y la NOAA (Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de los Estados Unidos).
Esta situación ha generado preocupaciones sobre posibles eventos climáticos espaciales severos en los próximos meses y años.
Las agencias espaciales habían pronosticado que el número máximo mensual de manchas solares durante el pico del ciclo solar 25 alcanzaría un modesto valor de 125.
Las observaciones actuales indican que el sol está en camino de alcanzar un máximo de casi 200 manchas solares mensuales, lo cual podría ocurrir en tan solo un año, según algunos científicos.
Este aumento en la actividad solar ha despertado el interés de los expertos.
Keith Strong, un físico solar, compartió en Twitter que junio de 2023 registró un valor de 163,4 manchas solares, el más alto en más de 20 años. Este incremento en la actividad solar podría tener implicaciones significativas para el clima espacial.
El 2 de julio, una de estas manchas solares generó una poderosa llamarada solar, un destello de luz energético, que causó un breve apagón de radio en el oeste de los Estados Unidos y sobre el Océano Pacífico.
Estos eventos podrían volverse más comunes a medida que el ciclo solar se acerca a su punto máximo.
Las manchas solares afecta la electrónica de naves espaciales
A diferencia de las predicciones originales de la NASA y la NOAA, este máximo solar podría ser más intenso de lo esperado.
El aumento en el número de manchas solares no solo se traduce en más erupciones solares, sino también en más eyecciones de masa coronal, que son erupciones de partículas cargadas que forman el viento solar.
Estas eyecciones pueden generar clima espacial adverso en la Tierra.
Las ráfagas de viento solar pueden penetrar el campo magnético terrestre y afectar las partículas en la atmósfera, lo que resulta en hermosas auroras, pero también puede ocasionar problemas en las redes eléctricas y satélites en órbita.
Los expertos están preocupados por las posibles consecuencias de estas condiciones espaciales.
Durante una gran tormenta solar en octubre de 2003, los operadores de satélites perdieron la comunicación con cientos de naves espaciales en un periodo de varios días debido al aumento de densidad de gases en las capas superiores de la atmósfera, donde residen muchos satélites.
El aumento en la densidad de gases genera mayor resistencia para los satélites y puede generar errores en sus trayectorias orbitales.
El crecimiento en el número de satélites y fragmentos de desechos espaciales en órbita terrestre baja desde la última gran tormenta solar plantea preocupaciones adicionales.
En el transcurso de estos eventos extremos, las partículas solares cargadas pueden dañar la electrónica de las naves espaciales, interferir con las señales de GPS y afectar las redes eléctricas en la Tierra.
Con información de Space.
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